jueves, noviembre 02, 2006

Presente

Los sueños aquí y ahora
martillan sin gemir.
Porque el absurdo amanecer
equivocó su hora
y se nos vino tarde
a rozarnos la piel.
Entró sin lujo ni piedad
por la única ventana
que olvidamos cerrar.
Hoy la duda aprieta
como soga al cuello
y el abismo se oculta
como futuro errante
donde resguardarse
del pesado olvido,
que olvidó
al lejano orgasmo,
que saqueo al vacío
dejándolo vacío.

Arrojar la luz

Arrojo del mundo, la caja que guardó la luz,

con sus añicos y su mandato de extraña felicidad.

Su sombra difusa escapa a mis ojos y atraviesa mi piel.

Mi voz, culmina en silencio para no abandonarme

mientras se duerme mi tristeza,

la que escupe insípido fuego del tiempo.

Tiempo que quedo atrás como perfume evaporado,

desaparición del deseo, extraña ausencia en mi arruinada razón.

Cuarto oscuro donde habitaban el amanecer y la luna recién lustrada:

que brillaba como el miedo en un sueño,

que aturdía como el sonido de las risas,

que callaba como tus labios esa noche.