jueves, abril 20, 2006

La tormenta

Nuevamente el frío iracundo en los huesos, desaparecido el sol.
El temporal se abre camino inclemente/rabioso.
Lagrimas del cielo regando este encierro de sueños.
Dormido serenamente escuché estallar la violencia del diluvio,
intuí un fugaz chaparrón pero, al mirar el mundo desde mi cama
percibí consternado la cólera del aguacero vengador.
Aislado de toda luz, recluido, en retiro íntimo, advertí
las voces de la tierra reclamando piedad a la furiosa lluvia.
Pero el agua es más simple que eso, no requiere comprensión.
Solo hay que esperar el sosiego,
la calma, el arco iris, la quietud.
Por eso seguí durmiendo, feliz,
arropado de sueños y besos.